A lo largo de toda la carrera nos han enseñado que supone el coste de oportunidad para una empresa, es decir, a que renuncia una empresa al decidir un camino y no otro. Pues bien, fácilmente, este concepto es aplicable a la vida cotidiana. Durante el día se nos presentan situaciones con más de una forma de abordarlas y la decisión que tomamos, el camino que cogemos nos hace renunciar a otro cuyas posibilidades rechazamos. Sin darnos cuenta, elegimos tan rápido que nuestro coste es impercepcitble. Por ejemplo: ¿que camino elegir para ir a la universidad? el más corto pero con menos semáforos, o el más largo pero más rápido. Y así, bastantes momentos durante el día.Mi futuro está a la vuelta de la esquina y he de tomar una decisión. ¿Pero cual es mi coste de oportunidad al elegir una opción u otra?. Es un dilema bastante interesante para mi y, por otra parte, bastante difícil de solucionar. ¿Cómo elegir que hacer sin nada asegurado?¿Cómo saber que lo que pierdes al renunciar a una opción no es mejor que lo que ganas aceptando otra?.
Demasiadas preguntas sin respuesta. ¿Alguien tiene la solución?
A mi forma de ver el coste es ninguno. Las opciones, si realizables, son caminos sin fin, quiero decir, no sabemos donde acabara cada opción. Es más, me atreveria a asegurar, que no sabemos si quiera el número de opciones. Atreverse, sólo nos da una única respuesta.
ResponderEliminarAquí entra la idea falsa de cometer un error. Aunque pésimo resulte, creer que otra opción hubiera sido mejor (equivocarse), ya es bastante útil (dejando de ser un error) porque nos obliga a madurar e irónicamente, aprender para volver a equivocarnos. Y volver a madurar. Aunque sea para intentar transmitirlo a otros.
La felicidad, como todos sabemos, no es un estadio en sí, sino una suma de ellos. Saber disfrutar un error (por alarmante que parezca) es otro de sus estadios. Porque las vidas perfectas, si existen, no vale la pena vivirlas.